martes, 14 de noviembre de 2017

Crónica de lo memorable

Lo sé, lo sé, hace demasiado tiempo que no paso por aquí.
Y hay mucho y muy bueno que contar.
El verano les ha sentado muy bien a mis chicos; realmente puedo decir sin temor a equivocarme que esta novela es la que más se ha vendido de todas las que he escrito.
Y tiene guasa la cosa porque no es, ni de lejos, la mejor.
Spain is different.
Pero tampoco quiero dramatizar. La novela tiene su encanto —más allá de la portada— y se lee con facilidad; es amena, sigue conservando mi estilo y tiene esa chispa que tanto andan (andamos) buscando los lectores.
Pero yo he venido hoy aquí para hablaros de las presentaciones que hicimos (yo nunca organizo sola estos saraos) de la novela tanto en Barcelona como en Madrid.
No os voy a engañar, yo y las presentaciones (hablar en público básicamente) nos llevamos fatal desde la noche de los tiempos.
Las pocas presentaciones anteriores a estas últimas fueron un DESASTRE, así, con Mayúsculas.
Así que cuando me propusieron una presentación en Barcelona, casi me pongo a temblar. Pero como sabía que estaba en buenas manos y en mejor compañía, pues me lancé.
Porque, oye, lo que no se intenta ya es un fracaso per se.
Y bueno, ¿qué quieres que te diga?
Multitudinaria no fue, pero sí entrañable, divertida, espontánea y muy, muy reconfortante.
Incluso me presté a un juego muy divertido del que salí (creo yo) bastante airosa, por más que construir una historia, en frío, sin preparación previa, oralmente, y delante de un público atento, fue un auténtico desafío.
Cualquiera se olvida de Lolita y Santiago Segura, ¿verdad, chicas? (risas).
Porque cuando estás con Buena Gente todo sale rodado, por más improvisado que sea: sin guion, sin esquemas, sin nada premeditado… Y de repente, las palabras salen solas… Más o menos como cuando escribo.


A mediados de septiembre, y vistas las (buenas) ventas de la novela, me decidí a hacer otra presentación en Madrid. Sinceramente, negarse no era una opción porque si la novela es más castiza que el bocata de calamares… No podía no hacerla.
Y si la de Barcelona fue como la seda, la de Madrid fue… Uff, me temo que se me fue la pinza… Pero en el buen sentido. Y eso que estaba de un griposo que daba miedo.
Diría que solté más spoilers de los que hubiera querido o debido soltar.
Hablé mucho de la portada —me tiraron de la lengua, que yo no quería—, ergo hablé del muso… Que tampoco quería, pero… Ángel es Ángel, y cuando tienes ese cuerpazo y esos ojos, es inevitable ser el centro de atención (guiño).


También hablamos de las cosas que siempre salen a relucir en estas ocasiones, que si tengo manías/neuras a la hora de escribir, que por qué he optado por Amazon en lugar de por la edición tradicional, que si vivo o no obsesionada por las ventas y las buenas/malas críticas. Hablamos de Mónica, claro; y de Nuria, y de Richie. Y por supuesto de Adrian.


Y sí, tengo que explicarlo porque esto es muy divertido:
Cuando escribo tengo un guion claro, pero siempre flexible y dispuesto a aceptar cambios e improvisaciones de última hora.
Mientras iba como loca escribiendo el último capítulo —un par de escenas que me quedaban pendientes—, en el último diálogo entre Lola-Nuria-Adrian, una cosa llevó a la otra y me encontré de repente haciendo referencia al pueblo/ciudad madrileño/a de Torrejón de Ardoz… No sé, mira, me dio por ese lugar y no por otro.
Y lo divertido viene porque una de las autoras asistentes al evento es de allí.
Cuando me lo comentó casi me descojono de la risa, en plan «Estas-cosas-solo-me-pasan-a-mí.»


Sobre todo porque esos pequeños detalles siempre, siempre, son improvisados y nunca figuran en ningún esquema previo (como la canción Perfidia en el capítulo 18), salen sobre la marcha y son imprevisibles como una servidora.
Hicieron fotos; no estaba en mi mejor momento para selfies (si es que alguna vez lo estoy), pero como autora de la obra en cuestión no podía negarme.
Y sé que va a sonar a tópico, pero realmente es en estas ocasiones cuando ves que la gente te quiere más de lo que tú pensabas.
Porque no fuimos muchas pero sí muy bien avenidas.
Hubo un ambiente de calidez y espontaneidad muy envidiable.
Quizás otros autores tengan más poder de convocatoria y sus presentaciones sean mucho más multitudinarias, pero dudo mucho que haya el cariño que hubo en mis presentaciones de Barcelona y Madrid.
Dudo mucho que cuenten con las «hadas madrinas» que yo tuve:
Nuria Pazos y Mª Jesús Valls en Barcelona. Y Ángela Drei en Madrid.


Dudo mucho que rían como yo reí.
Y que se sientan tan queridos y arropados como yo me sentí.
Yo he ido a presentaciones «multitudinarias». Recuerdo una que me pareció casi, casi, un concierto de Justin Bieber por el ambiente de histeria femenina que se vivió.
Entre nosotros, sentí vergüenza ajena y me sentí en plan: «¿Qué coño hago yo aquí?»
Prefiero esas presentaciones con pocos pero Buenos amigos; esas donde tu voz se escucha, ya seas asistente o ponente, y donde las risas se contagian y vienen sin enlatar.
Odio las multitudes; no es agorafobia ni me considero asocial, pero soy de las que prefieren lo poco bueno porque lo mucho cansa. Y en cantidades de gente, ocurre lo mismo.
Resumiendo: Xperiencia 100% positiva.
Me quedo con lo mejor, como siempre: con los besos, los abrazos y las risas.
Me quedo con la sensación de triunfo.
Me quedo con la Gente que vale la pena.
Y sí, habrá presentación de LAR, no sé cuándo, no sé dónde, pero la habrá.
Casi me atrevo a decir que le he perdido el miedo a hablar en público.


Sabía que me había enrollado demasiado…
Nos vemos pronto.
Besos.

  
Nota: Para los que no pudisteis asistir a la presentación de Madrid por cualquier motivo, en la librería La Sombra podéis encontrar el libro si lo queréis.